lunes, 26 de septiembre de 2011

Indígnate, un llamado a la conciencia

Por: Fior Vanessa Santos 2000-1473  Grupo E
Indígnate es un clamor universal al relanzamiento de los principios contenidos en la carta universal de los Derechos Humanos que las  Naciones asumieron en 1948. Es en esencia, una petición a los  ciudadanos  del planeta a renovar los valores que sirvieron de pilares a la democracia moderna, concebida a partir del respecto, la igualdad, la  solidaridad y el bienestar social común.

Es una negación a la sociedad de consumo, que matizada por el yeísmo amenaza constantemente la paz y no permite crear las bases  reales para  un franco dialogo de distención social  entre  individuos, grupos, naciones ni  bloque regionales de países.
Se destaca la situación de  secuestro  que afecta a los medios de comunicación, cuyo enfoque de opinión se matiza por la  defensa de los que más tienen dependiendo en manos de quien se encuentren, y; por la una constante invitación al consumismo alocado y la promoción de los antivalores.
En ese contexto, nunca podrán ser independientes, ni contribuir al desarrollo de una democracia  pura y funcional que garantice incluso la propia existencia de ellos mismos como tal, o por  lo menos que le permita un accionar libre. En síntesis, tejen la madeja en la cual han de quedar atrapados sin poder siquiera hacer la defensa de su propia existencia.
Indígnate, de manera conceptual, da una visión global en dos vertientes sobre el rumbo que trilla la humanidad, y, de manera  especial, el camino que ha tomado a partir de la primera década del siglo XXI, veamos:
Por un lado  da un enfoque negador de  toda forma de opresión, rehúsa aceptar cualquier forma de violencia; no importa  motivos que la genere. Condena la violencia de los grupos terroristas y la de los gobiernos al combatirlos, ya que la  violencia solo engendra más violencia.
Invita a las nuevas  generaciones a salir del aletargamiento en que sistema lo mantiene sumido. Los convida a la resistencia, pero no a una resistencia violenta, sino a una resistencia conceptual, a la búsqueda de soluciones  pacificas. Procura el autor que los jóvenes  se involucren en el proceso de  renovación democrática. En conclusión los alerta sobre los progresos hechos por la  libertad, la competición, y la carrera del crecimiento, que puede convertirse en boomerang para su propia  existencia.
Enfatiza lo difusa que le resultan las razones para la resistencia a un  individuo que vive en la disyuntiva de, ¿quién controla? , ¿Quién decide?  . En  fin, los afecta en su toma de decisiones la amenaza de un mundo interconectado, lo cual dificulta identificar  propósitos y, por vía de  consecuencia, diseñar e implementar planes de  luchas sin ser evidenciados. Sin embargo, no  podemos convertirnos en seres ensimismados, incapaces de actuar contra  los males que nos  amenazan; para ello, debemos renunciar a la indiferencia, la apatía por los problemas sociales y a la desidia política.
Al referirse puntualmente a algunos  conflictos  de orden internacional, señala la  situación que viven Palestinos e Israelíes, que, en el caso de los primeros, reedita las penurias que los segundos debieron sufrir cuando sus opresores, décadas atrás, eran los Nazis.
Sugiere la  no violencia  como el camino que debemos  seguir para alcanzar  la paz deseada. Pone la  conciliación como medio efectivo para la búsqueda de soluciones. Condena de manera tenaz  cualquier forma de  violencia, esto incluye, agrega quien suscribe, la  especulación y la volatilidad de los mercados financieros,  que con su afán de lucro condenan a las inmensas mayorías  a pagar sobre precios por los bienes de subsistencias.
Es un llamado a las nuevas generaciones que hace el autor Stéphane Hessel a despertar e indígnarse ahora.

1 comentario:

  1. Hessel tiene un alma noble, no hay dudas... Y en tiempos de crisis suelen ser consejeros de multitudes. Cualquiera prefiere un idealista con buena alma, a un radical como Hitler, llamando a la sociedad alemana a revelarse contra aquellos que la llevaron a la espantosa crisis de los años 20 y 30 que apabullo el nivel de vida y las aspiraciones de los alemanes. Pero como comenté en otra de tus entradas, lamentablemente no es el quid del asunto.

    Y mira que yo vivo indignado desde el 1982... cuando tenia 14 años.

    Un saludo y gracias por aceptar mis palabras.

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